¿Quién fue Monseñor Nouel?

El rostro detrás del nombre de nuestra fundación

A veces, los nombres cargan más que identidad: llevan historia, memoria, territorio. Y cuando en FUNAPEDIMON decimos que somos la Fundación de Personas con Discapacidad Monseñor Nouel, no sólo estamos nombrando una provincia: estamos trayendo a la conversación a un personaje cuya huella —compleja, humana y simbólica— sigue viva.

Un poco de historia

Adolfo Alejandro Nouel y Bobadilla nació en Santo Domingo en 1862. Fue sacerdote, arzobispo, político, educador e intelectual. Aunque su rol más visible fue el religioso —Arzobispo Metropolitano durante 25 años—, también ocupó brevemente la presidencia provisional de la República Dominicana entre 1912 y 1913, en medio de una crisis política que amenazaba con escalar a guerra civil.

Lo eligieron por su reputación de integridad, neutralidad y vocación de servicio. No fue un caudillo ni un líder carismático, sino un hombre austero, más inclinado al estudio y la paz que al poder.

Cultura, lengua e identidad

Además de sus cargos institucionales, Monseñor Nouel fue fundador y primer presidente de la Academia Dominicana de la Lengua, y miembro activo de la Academia Dominicana de la Historia. Defendió la importancia del idioma como vehículo de dignidad cultural y nacional, y dejó un legado escrito que aún espera ser explorado en su totalidad.

En una época marcada por ocupaciones extranjeras, conflictos internos y tensiones sociales, su postura fue muchas veces la de mediador: alguien que, con sus luces y sombras, eligió tender puentes.

Un nombre que habita territorio

El nombre "Monseñor Nouel" no solo designa al personaje, sino también al lugar: desde 1936, la ciudad de Bonao lleva su nombre, y en 1982 se conforma oficialmente la provincia con la misma denominación. Así, su figura se vuelve parte del paisaje, de la identidad colectiva.

No es casual que muchas organizaciones sociales, culturales y educativas del territorio lleven su nombre. Y aunque su obra estuvo marcada por un fuerte componente religioso —como era común en su época—, también dejó huellas en lo civil, lo cultural y lo comunitario.

¿Qué representa hoy para nosotras y nosotros?

Desde FUNAPEDIMON reconocemos en él una figura histórica que refleja valores profundamente humanos:

  • El compromiso con la paz social.
  • La defensa del conocimiento y la educación.
  • Una actitud de servicio humilde.
  • Y, sobre todo, una profunda conexión con el territorio que habitamos y cuidamos.

Hoy, su nombre nos inspira a seguir construyendo comunidad desde la diversidad, la inclusión y el respeto.
A mirar nuestras raíces no como algo fijo, sino como un punto de partida para seguir creciendo con dignidad.